La primera presidenta en la historia de México

 Las elecciones generales que se celebraron el 2 de junio de 2024 van a pasar a la historia por tres motivos: 

  1. se trata de los comicios más grandes en cuanto al número de cargos a elegir y el número de votantes; 
  2. por primera vez una mujer fue elegida presidenta del país; 
  3. fueron las elecciones con más expectativas que se han vivido dentro de un contexto de gran polarización social. 

Tuvieron que pasar 200 años, 33 militares y 33 civiles, hombres todos, para que pudiéramos poder tener la oportunidad de elegir por medio del voto libre y democrático, a la primera mujer presidenta de México: Claudia Sheinbaum Pardo, mujer de 61 años, científica, académica, y una de las fundadoras del partido Morena. 

Sheinbaum, asumirá el máximo cargo del Estado Mexicano; recibirá un país con retos de violencia sexista que ha persistido en el gobierno saliente, que deja un promedio de 9 a 10 mujeres asesinadas al día, y aumentos en violencia familiar y otros delitos de género. 

Sin embargo, la violencia sigue marcando los grandes pendientes en la agenda de género, que Sheinbaum se ha comprometido a encarar con la creación de una Secretaría de las Mujeres. 

El plan de gobierno de Sheinbaum contempla “100 pasos para la transformación“, entre los cuales está aumentar las becas universitarias y escolares, dar pensiones a mujeres dedicadas al cuidado, fortalecer sistemas médicos de diagnóstico y salud mental, construir cientos de miles de viviendas y llevar a rango constitucional la paridad salarial de género. 

México puede haber superado a muchos países -incluido Estados Unidos- en la promoción de mujeres a puestos de liderazgo político, pero aún no se ha despojado de su estigma del machismo y de su historia de autoritarismo. 

Sheinbaum será la presidenta número 14 en Latinoamérica desde los años setenta en Chile, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Haití, Panamá y, ahora, orgullosamente, en México. 

Con la llegada de Claudia Sheinbaum a la esfera política, se rompió el ciclo o cadena de simulación que durante mucho tiempo se vivió en los partidos políticos para evitar las cuotas de género que solo buscaban tener mejor representación femenina en los sectores de poder y/o toma de decisiones. 

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